Carlos Ramírez - Indicador Político
El tercer y último debate presidencial en la campaña en los EE. UU., luego de suspender el segundo porque el demócrata Joe Biden lo quería virtual desde el sótano de su casa, debió ser una sorpresa hasta para el propio Donald Trump porque dejó la estridencia, acorraló a su adversario con datos de corrupción familiar y hasta respetó a la conductora.
Biden arribó al debate sin municiones políticas, con una imagen de político cansado, sin gestos, no fue una pose de estadista que pudieron haberle aconsejado sus asesores, sino más bien reflejó el cansancio de una nominación que en realidad no deseaba. Trump, en cambio, parecía una fiera herida del primer debate, pero apostó a las reglas institucionales que al final le beneficiaron.
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