Raymundo Riva Palacio - El Financiero
ABU DHABI.- Cuando el presidente Enrique Peña Nieto toque estas tierras del Medio Oriente este mes, lo primero que tendrá ante sus ojos será un horizonte como nunca había visto. Una fila de espigas de acero, vidrio y mármol con figuras caprichosas que desafían la imaginación y la gravedad. Una se clava en el cielo en forma espiral; otra está inclinada 18 grados. Verá edificios redondos –leyó bien, redondos–, y torres como flechas. Hay rascacielos que incluso interpretan el choque de las olas. Nada de esto existía en 1971, cuando siete estados-nación se independizaron, se unieron y decidieron que de entre la arena de sus pobres villas de pescadores en medio del desierto, construirían el mañana.
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