- Rafael Termes cantaba las virtudes del ahorro, porque sabía que la tarea del banquero no es crear dinero, sino canalizarlo
ANTONIO ARGANDOÑA - El País
¿Un banquero ético?”, me preguntará el lector. “¿Queda alguno?”. Sí, sin duda. Esa profesión ha tenido a menudo mala prensa, pero estoy seguro de que hay muchos altos directivos de instituciones financieras que duermen con la conciencia tranquila –aunque, eso sí, con algo de miedo en el cuerpo, porque el entorno económico, social y político no es tranquilizador. Pero no estoy pensando ahora en un banquero vivo, sino en uno que falleció hace ahora 10 años: Rafael Termes, profesor de Dirección Financiera en el IESE, consejero delegado del Banco Popular, primer presidente de la Asociación Española de Banca, hombre de profundas convicciones morales, gran economista y liberal convencido.
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