- La detención de Dirceu solo ha echado más combustible al afán de la oposición por impugnar a la presidenta
MARINA NOVAES / AFONSO BENITES / São Paulo / Brasilia / El País
En la creencia popular brasileña, agosto es un mes de mal augurio, y lo cierto es que no parece que vaya a ser de los mejores para la presidenta Dilma Rousseff: una rebelión en el Congreso, nuevas protestas previstas para el día 16 y dificultades para una economía que puede tener su peor resultado en 25 años. Esta semana, el escenario se agravó con la detención de José Dirceu, exministro de Lula da Silva y uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores (PT), acusado de ser uno de los líderes de la trama de corrupción en Petrobras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario