- Los tres grandes países del euro se movilizan para que sus entidades financieras no salgan mal paradas de las pruebas del BCE y la Autoridad Bancaria Europea
- El Eurogrupo debate el cierre del rescate
Es una batalla entre bastidores, pero silban las balas en
Bruselas y Fráncfort: las grandes capitales europeas tratan de influir a toda
costa en los exámenes a las 130 mayores entidades del continente y sus
consecuencias. Cinco años después de la quiebra de Lehman Brothers y tras
gastar centenares de miles de millones de dinero público en apuntalar los
bancos continentales, nadie sabe de veras cómo diablos está el sector, pero hay
serias sospechas acerca del estado de algunas de las grandes entidades
alemanas, francesas e italianas, el país que despierta más recelos porque está
en una situación económica, financiera, fiscal e incluso política más delicada.
Llega la hora de la verdad para el sistema financiero y Berlín, París y Roma
presionan, según fuentes comunitarias y del Eurogrupo, con el objetivo de
limitar los daños derivados de las pruebas del Banco Central Europeo (BCE)
—cuya metodología se fijará en apenas unos días— y la Autoridad Bancaria
Europea (EBA), decisivas para eliminar de una vez por todas las sempiternas
dudas sobre Europa.
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