Rolando Cordera Campos / III y último
Necesitamos arribar a un nuevo curso de desarrollo a partir de deliberaciones amplias y rigurosas que nos lleven a erigir consensos; de aquí la importancia de un “pacto fiscal”. Un gran acuerdo que permita reformar las capacidades estatales de gasto y redistribución, los procesos de recaudación de fondos y los de asignación de los recursos públicos para promover el crecimiento, modular el ciclo económico y sentar las bases de un genuino Estado de bienestar.
De lo que se trata es de conformar una economía política que auspicie un crecimiento económico sostenible, que dé solidez al intercambio político y a una democracia comprometida con propósitos de equidad y mejoramiento social. Tal es el reto.
No se puede postular, menos presumir, que la ruta elegida por los gobiernos de la llamada Cuarta Transformación vaya a llevarnos por esa dirección; de hecho, en algunas de sus dimensiones primordiales la situación es, por así decirlo, complicada, cuando no opuesta a los objetivos sustanciales de todo desarrollo social.

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