- No es fácil destituir a Jerome Powell. El presidente podría pedirle la dimisión, pero ya ha advertido que no dejará su puesto
Jerome Powell abandona la sala de prensa tras una comparecencia el 7 de noviembre en Washington. ANDREW CABALLERO-REYNOLDS (AFP / Getty Images)
Kenneth Rogoff - El País
Casi todos los nombramientos de ministros y otros funcionarios anunciados por el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, han generado una previsible ola de indignación mediática. Una parte de la histeria es atribuible a prejuicios partidistas muy arraigados; otra parte tiene que ver con inquietudes legítimas, y también hay pura tontería.
Pero en lo referido a la economía estadounidense, lo que más atención genera no son sus posibles designaciones, sino más bien sus posibles intentos de destitución. Aunque ha dicho que no buscará sacar de su puesto al presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell —cuyo mandato termina en mayo de 2026—, no hay duda de que le encantaría decirle: “¡Estás despedido!” —como hacía cuando era presentador del programa de telerrealidad El aprendiz—.

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