Rolando Cordera Campos - Periódico La Jornada
Hoy regresamos a las urnas. Lo hacemos sin haber dado los pasos necesarios hacia la reorientación del curso de nuestro desarrollo, sin haber tejido acuerdos sociales robustos que, como muchos llegamos a imaginar en 2018, permitieran reactivar la inversión privada y pública, crear los empleos dignos suficientes y reconstruir los cimientos para edificar, como se nos dijo, un robusto sistema de salud universal; por cierto, inalcanzable sin contar con un Estado de bienestar, con una hacienda pública con capacidad de ser garante de los servicios y bienes públicos para los mexicanos.
No creo exagerar al afirmar que hoy no pocos asistimos a las urnas decepcionados de un gobierno que, como eje central de sus propuestas, propuso que retomaría al desarrollo social como responsabilidad central del Estado. En la actualidad, el ánimo es radicalmente otro; en estas jornadas electorales la violencia ha campeado y han imperado las rijosidades, los rumores malintencionados, las sospechas y las descalificaciones, contribuyendo a calentar más, si es que eso es posible, los humores.
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