- El presidente insiste en que no participará en la vida pública y procurará “no molestar” a Claudia Sheinbaum, salvo si ella le busca
Carmen Morán Breña - México - El País
Claudia Sheinbaum ha ganado unas elecciones que ella misma ha planteado como un refrendo de las políticas de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, y cabe afirmar que el enorme carisma del presidente es responsable de unas urnas tan abultadas a favor del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que él fundó y llevó al éxito en 2018. “Me voy a retirar con muchísima satisfacción”, ha dicho el líder izquierdista mexicano. La satisfacción es lógica, porque el resultado de las elecciones es también un aplauso a su mandato. Es la primera parte de la frase la que se puede poner en cuestión. ¿Se va a retirar? Marchará a su rancho en Palenque, pero quién sabe si se despedirá del poder. Un traspaso definitivo y completo del mandato en favor de su sucesora es lo que está en entredicho. A López Obrador le costó llegar, pero quizá no tanto como irse. Aunque personas cercanas a su entorno sostienen que es una decisión muy meditada, estudiada, y que sus planes de vida ya son otros.
La continuidad y lealtad que ha sostenido Sheinbaum con el presidente permiten dudar de que se aparte de sus dictados, algo que muchos echaron en falta durante la campaña. De la lluvia de votos recibida, sin embargo, puede inferirse que le han concedido el beneficio de la duda. En entrevista reciente con este periódico, la entonces candidata afirmaba con rotundidad: “Inventan cosas como que voy a estar a la sombra de López Obrador. Algo que no es cierto, porque quien va a gobernar soy yo”.
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