Lorenzo Meyer - El Siglo de Torreón
Con dos semanas de diferencia, la justicia mexicana le echó el guante a dos personajes que se pueden calificar de "peces gordos". Uno es Emilio Lozoya Austin acusado de lavado de dinero, asociación delictuosa y cohecho. El otro es José Antonio Yépez, "El Marro", líder del cartel de Santa Rosa de Lima (CSRL), acusado también de lavado de dinero, pero además de crimen organizado y robo de combustible y a los que podrían añadirse narcotráfico, secuestro, extorsión y asesinato, entre otros.
Lozoya y Yépez -formalmente presuntos delincuentes, pues aún deben ser juzgados y sentenciados- son personajes contrastantes pero que tienen un punto en común: sus delitos afectaron gravemente a la empresa productiva estatal más importante de México: a Petróleo Mexicanos; otrora orgullo nacional, pero desde hace siete sexenios pésimamente administrada y sistemáticamente abusada y saqueada desde el gobierno y también por su sindicato. Los daños causados por Lozoya a la empresa fueron por la vía de contratos logrados con sobornos de millones de dólares e implicaron sobreprecios escandalosos en beneficio de la multinacional brasileña Odebrecht, lo mismo que comprar plantas chatarra a empresas mexicanas (AHMSA) o un astillero en quiebra en España.
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