Orlando Delgado Selley / La Jornada
La fuerza de la
naturaleza con la que fueron azotados diversos estados del país puede
hacer pensar que los problemas causados por fenómenos naturales son
inevitables, lo mismo que sus consecuencias. En realidad, el mundo ha
evolucionado lo suficiente para hacerse cargo de estas eventualidades y
reducir al mínimo sus impactos sociales y económicos. El último Informe
sobre el Desarrollo Mundial 2014, elaborado por el Banco Mundial y que
se ha hecho público estos días en Washington, se dedica precisamente a
discutir el problema del riesgo y las oportunidades económicas,
políticas y sociales que plantea su control.
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