Jorge Zepeda Patterson - Milenio
Tras una Presidencia tan poderosa como la de López Obrador, fundador y líder absoluto de su movimiento, los otros actores políticos contemplan una oportunidad para ampliar su poder
El riesgo es real. Tras una Presidencia tan poderosa como la de Andrés Manuel López Obrador, fundador y líder absoluto de su movimiento, los actores políticos contemplan el cambio de sexenio como una oportunidad para ampliar su margen de poder. Prácticamente una ley de la física que Claudia Sheinbaum no ignora. Gobernadores, coordinadores del Poder Legislativo y del Judicial, líderes sindicales, militares, dirigencias de partidos, empresarios, por no hablar de los núcleos obradoristas duros que intentarán imponer condiciones, y un largo etcétera. O como decía un viejo conocido: “yo empujo y sigo empujando mientras sienta blandito, me paro cuando se percibe más duro”. No fue mucho lo que pudieron empujar en este sexenio, hay que decirlo. A partir de octubre todos ellos intentarán impulsar sus agendas, a veces en la dirección favorable a la Presidenta, otras en la dirección contraria. Gestionar todo eso requerirá de una enorme claridad y habilidad política para no dañar la capacidad de conducción de la próxima mandataria.
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