miércoles, 31 de julio de 2024

BEATRIZ GUTIÉRREZ MÜLLER CONFIESA EN SU LIBRO CÓMO LO “EXTREMO” DE LA VIDA PÚBLICA LE LLEVÓ A PENSAR EN ABANDONAR EL PALACIO NACIONAL

  • La escritora publica ‘Feminismo silencioso’, un relato de su resistencia los últimos seis años: cuando no se encuentra acomodo, “divorciarse es una buena decisión”, reflexiona

Beatriz Gutiérrez Müller con López Obrador en Ciudad de México, en julio de 2018. MARCO UGARTE (AP)

Carmen Morán Breña - México - El País

Beatriz Gutiérrez Müller (Ciudad de México, 55 años), escritora, académica, especializada en literatura, historia y filosofía, ha llevado en los últimos seis años el título más pesado: esposa del presidente de México. El foco público, indeseado, se posó sobre ella y ha tratado de evadirlo recluyéndose en la esfera privada, al refugio de la familia y sin renunciar a sus actividades académicas e investigadoras de siempre. De las atribuciones tradicionales de la compañera de un presidente ha optado por atender solo aquellas que respondían a las costumbres, la ley y la ética y a cumplir con ciertos encargos de Andrés Manuel López Obrador como una ciudadana más. Lo cuenta en Feminismo silencioso, su último libro, editado por Planeta, una “autoentrevista” sobre su paso por el Palacio Nacional donde manifiesta que se ha sentido “harta de tener tantas responsabilidades y no poder descansar”, pero lo dice ya “sin rabia, porque esta vuelta está por terminar”. Explica también que las “condiciones extremas” de un puesto como ese, donde no siempre una puede ser dueña de sí, impelen a veces a retirarse: “Confieso que en más de una ocasión esta posibilidad ha pasado por mi mente, pero, hasta ahora, he podido sobrevivir a los intentos de rapto de mi voluntad”. Si la pareja no se acomoda a las nuevas responsabilidades, dirá un párrafo después, “divorciarse es una buena decisión”.

Cuando alguien escribe un libro, normalmente pasa un periodo de entrevistas de promoción, pero Gutiérrez Müller no se ha prestado a ello, escaldada, como se infiere del texto publicado, de las entrevistas que concedió y no se publicaron, de sus actividades públicas como académica que no tienen eco y del afán de los reporteros por indagar en aquellos aspectos presidenciales que no quiere contar, explica el texto. Definitivamente, nunca quiso calzar los zapatos de primera dama y a argumentar eso dedica buena parte de las 250 páginas. Apenas aterrizada en “el museo” donde vive, una de las concesiones al cargo de su marido, este le recomendó visitar al entonces presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar, a quien le presentó un buen pliego de preguntas sobre sus obligaciones, las atribuciones legales, las funciones que no podía rechazar, las actividades que sí podía desempeñar sin entrar en colusión con su puesto y hasta dónde podía proteger a su hijo, adolescente, de la mirada pública. No encontró prácticamente nada que le impidiera seguir en la Universidad de Puebla, ni obligaciones constitucionales; del mismo modo, ha tratado de preservar a Jesús Ernesto López Gutiérrez del ruido (real y metafórico) que rodea al palacio presidencial, como corresponde a cualquier menor de edad, pero no lo ha conseguido del todo. La familia y la crianza del hijo es algo de suma importancia para ella, como explica en el libro.

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