El Cristalazo
Rafael Cardona - Diario de Chiapas
Cualquiera podía considerarse consumado cervantista si las hojitas de Severo (como él las llamaba) llegaban a sus manos y con rápida lectura de cinco minutos, se enteraba del Quijote, sólo con una plática, pues tal fue el sentido de sus charlas radiofónicas para divulgar las hojas volantes.
Severo ni era un académico ni era un erudito. Como tampoco lo era Rius quien con la ayuda de simpáticos dibujos explicaba, según su muy particular punto de vista, la historia de cualquier cosa. Desde el pensamiento de Marx, la Revolución Cubana o la dieta de los veganos. Rius se hizo rico. Severo, no.
A ambos los conocí y ninguno me pareció realmente culto. Informados, sí; pero eso es distinto, muy distinto.

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