Por: Arturo Damm Arnal - La Razón de México
En el anterior Pesos y Contrapesos afirmé que, a partir de un análisis equivocado, que ignora la banda de fluctuación de los salarios, cuyo límite inferior está dado por el mínimo salario que el empleado está dispuesto a recibir, y cuyo límite superior se fija por el máximo salario que el empleador está dispuesto a pagar, se llega a conclusiones equivocadas en torno a los efectos de los aumentos al salario mínimo.
Estas conclusiones son: que los aumentos nominales al salario mínimo, si no van acompañados de incrementos en la productividad, generan más desempleo; que los aumentos nominales al salario mínimo generan mayor inflación; que los aumentos nominales (sin descontar la inflación), al salario mínimo, por ocasionar inflación, causan reducciones reales (ya descontada la inflación), en el salario mínimo; que los aumentos nominales al salario mínimo, ya que para evitarlos algunas empresas emigran a la economía informal, generan mayor informalidad. Ya vimos, en el anterior Pesos y Contrapesos, que nada de ello ha tenido lugar. ¿Por qué?
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