Economist Intelligence Unit / La Jornada
Nestlé, la mayor compañía de alimentos del mundo, tiene formas creativas
de llegar a los rincones más recónditos del planeta. Una es trabajar
con personas como Flavia Medeiros, microdistribuidora de Sao Paulo,
quien vende a brasileños que a primera vista no parecen tener el dinero o
la inclinación para comprar productos Nestlé. El almacén de la señora
Medeiros está retacado de cereales, yogures, dulces, leche sabor
chocolate y fórmulas infantiles de esa marca. Sus reclutas locales
venden los productos puerta a puerta, a menudo con pagarés
proporcionados por la empresa. En un programa hermano, la firma tiene un
gran barco navegando por el Amazonas, donde vende comida empacada y
helado a los habitantes de las riberas. Esas técnicas provocan apoplejía
a algunos promotores de la salud.
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