- El siniestro provocado del Airbus cambia las normas aeronáuticas
- El copiloto padecía una dolencia psíquica severa y problemas de vista
A las 10 horas, 40 minutos y 47 segundos del martes arrancó un nuevo
capítulo en la historia de la aviación mundial. Fue el momento exacto en
el que el copiloto Andreas Lubitz, que tendría que haber estado de baja por enfermedad, provocó la catástrofe aérea que ha destrozado la vida de 150 familias,
incluida la suya, y que ha destapado carencias inimaginables hasta
ahora en el transporte aéreo de pasajeros. Autoridades de aviación civil
y compañías de muchos países han cambiado de inmediato sus normas de
seguridad. La máxima preocupación, sin embargo, se centra en los métodos
empleados hasta ahora para los exámenes médicos a los pilotos. Los
especialistas que los realizan reconocen que, si los afectados quieren
ocultar sus problemas, es muy difícil descubrirlos.
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