Raymundo Riva Palacio / Reporte Índigo
Desde que se inauguró, la Autopista del Sol ha sido un dolor de cabeza. Para quienes la transitan, por los hoyos, deslaves, riesgos y
contratiempos; para el gobierno federal, que siempre es criticado y
obligado a repararla; y para las empresas constructoras, que nunca
terminan de dejar esa vía espectacular y transitada, en condiciones
aceptables. Por eso, que “Manuel” le haya arrancado pavimento, cortado su ruta, y provocado que miles de paseantes a Acapulco se quedaran varados, es un mero déjà vu.
Cincuenta y tres mil millones de pesos invirtió el gobierno de Felipe
Calderón en los cuatro últimos años para ampliarla, modernizarla y
rehabilitarla, y otros miles de millones más tendrá que gastar el
gobierno de Enrique Peña Nieto para reabrirla y rehabilitarla. Y todo,
uno puede pensar, por el capricho y la necedad de los políticos en la administración de Carlos Salinas.
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