Jorge Zepeda Patterson - Milenio
Moisés Butze
No parecemos darnos cuenta de lo que representa Claudia Sheinbaum. Y no hablo de sus virtudes personales o las del equipo que encabeza, algo que seguramente está sujeto a apreciaciones subjetivas y a los matices ideológicos de cada cual. Me refiero a la enorme suerte de que en estos momentos estemos discutiendo si Claudia podrá o no conciliar dos tareas de tan difícil maridaje: aminorar la pobreza que muerde a las mayorías y encontrar vías para activar el crecimiento económico. Y digo suerte, si lo comparamos con las encrucijadas en las que se encuentran las élites políticas en Estados Unidos, Francia, Italia, Argentina, entre otras naciones, atrapadas entre el agotamiento de los líderes o la deriva a un extremo del pantene ideológico. Es singular el mero hecho de que la presidenta virtual de México está dando pasos puntuales e inequívocos, sin renunciar a sus convicciones, para conciliar intereses y encontrar maneras de potenciar la prosperidad de todos. No es algo que estemos viendo en el espectro político mundial, caracterizado por la preeminencia de agendas con enormes cargas ideológicas y polarizantes.
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