Margarita Riviere / El País
Navidad: paz y amor. Claro. ¿Y quién no quiere algo parecido, al menos
para variar de un día a día histéricamente enamorado del folletín, la
comedia de enredo, el terror y la ciencia ficción? Quizás las nuevas
generaciones confundan el amor (una idea anticuada que invoca amistad,
ternura, lealtad, confianza, respeto, franqueza o generosidad) con tener
amigos en Facebook, cosa imprescindible para sentirse integrado,
popular, eficaz o calmar el ego imaginando que uno es imprescindible
para la tribu. Tal vez la paz, para sensibilidades digitalizadas,
necesitadas de ser atrapadas, entretenidas e hipermotivadas con flashes
espectaculares, salvajes, frikis y sin aparente sentido, equivalga al aburrimiento. Por lo que vemos: todo es posible.
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