Antón Costas / El País
La necesidad de
un cambio radical de política económica en Europa es evidente. Solo aquellos
que analizan la realidad a través de sus particulares dogmas o intereses lo
niegan.
Pero no será
fácil. No se resuelve con un cambio de Gobiernos. El problema es más profundo.
Reside en el hecho de que los procesos de formación de decisiones públicas
responden más a los intereses de las élites financieras y económicas que a un
interés general europeo.
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