Luis Rubio / El Siglo de Torreón
México está padeciendo las consecuencias de todas las crisis que sufrió
de los setenta a los noventa. Esa es la conclusión a la que llegó un
panel de discusión sobre las causas del pobre desempeño económico*. El
planteamiento principal es que los mexicanos no le creen al Gobierno y
suponen que ningún cambio los va a beneficiar porque todo está sesgado
para preservar los privilegios de unos cuantos ("los de siempre"). Es
decir, más allá de asuntos técnicos, detrás de la parálisis que
caracteriza a la economía mexicana y a sus ínfimos niveles de
productividad promedio, lo que hay es una profunda desconfianza de la
población en su Gobierno y en las instituciones. De ser válida esta
conclusión, las reformas que ha promovido el Gobierno no van a resolver
nada porque ahí no radica el problema.
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