Orlando Delgado Selley / La Jornada
Cuando empezó la crisis
global actual había dos ejemplos paradigmáticos de maneras de enfrentar
crisis bancarias que se usaron como referencia: la japonesa y la sueca.
La primera como fracaso y la segunda como historia exitosa. La
diferencia sustancial estuvo en el papel jugado por los respectivos
gobiernos en un asunto crucial: ¿cómo valorar los activos bancarios, que
después llamaríamos tóxicos? El gobierno y el banco central sueco
obligaron a sus bancos a registrar esos activos a su valor de mercado,
muchos fueron nacionalizados. Los japoneses, en cambio, apoyaron que sus
bancos evitaran pérdidas contables sustanciales y se negaron a
nacionalizar entidades bancarias. El resultado neto fue que la crisis
sueca duró un año y la japonesa una década.
No hay comentarios:
Publicar un comentario