Raymundo Riva Palacio / Eje Central
Nadie puede negar que Marco Antonio Del Toro, el abogado del líder minero, Napoleón Gómez Urrutia,
que se autoexilió en Canadá hace más de un lustro para evitar a la
justicia mexicana, es talentoso. Comenzó a decir a la prensa hace 15
días que Interpol
había decidido “borrar” de sus archivos toda la información que su
oficina en México le había enviado sobre su cliente, por considerar que
no era un asunto legal, sino político, a fin de preparar el terreno para
lo que creía vendría días después, el amparo para Gómez Urrutia en
contra de la orden de aprehensión por un fraude a mineros por 55 millones de dólares.
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