Josep Ramoneda / El País
La austeridad es una
palabra con aura de virtud. Una persona austera es, según el diccionario, una
persona seria, ajustada a las normas de la moral, sobria, sencilla, sin
alardes. También es una palabra asociada al sufrimiento: mortificación de los
sentidos y de las pasiones. Ambas acepciones están presentes cada vez que se
recurre a la austeridad para justificar unas políticas de recortes
presupuestarios masivos y de revocación de derechos y servicios adquiridos. La
doble connotación —virtud y sufrimiento— sirve para dar a estas políticas una
aureola de moralidad pública y, al mismo tiempo, para preparar a la ciudadanía
para pasarlo mal. Vienen tiempos difíciles, pero no hay otro remedio, tenemos
que recuperar la virtud perdida. Esto es lo que nos están diciendo desde 2010
con el discurso de las políticas de austeridad. La significación de las
palabras se conforma con su utilización en el lenguaje y su repetición masiva.
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