Hay que combinar la audacia del BCE y la cordura y la coherencia de los socios europeos
La política económica europea bien parece estos días un laberinto de
opiniones encontradas sobre cómo establecer una receta a medio camino
entre disciplina y apoyo a los países con mayores dificultades —ahora,
fundamentalmente, a Chipre y Portugal— y, en general, sobre cómo salir
de la crisis y tomar el camino de la recuperación económica con los
importantes lastres de deuda y ajuste pendientes. El estancamiento es
considerable, ante la evidencia manifiesta de división y falta de
iniciativas en una dirección fructífera. De hecho, la forma de
instrumentar y/o enmendar rescates sigue siendo la prueba más clara de
esa falta de definición. Cunde una cierta desesperación por las
dificultades para salir de este laberinto que es la economía europea.
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