Luis Rubio - El Siglo de Torreón
Argentina comenzó el Siglo XX con el PIB per cápita más alto de América
Latina, muy similar al de Estados Unidos en aquel momento;
un siglo después, la nación
sudamericana se encuentra en
el lugar 53. Como dice un amigo argentino, “quien diga que
las cosas no se pueden poner
peor, no conoce Argentina”,
nación que parece haberse dedicado a minar sus posibilidades de desarrollo de una manera sistemática, década tras década. Hay muchas hipótesis sobre las causas del declive, pero
una evidente ha sido la polarización que, desde el gobierno
de Juan Domingo Perón, se
convirtió en norma y, en buena
medida, esencia de su permanente confrontación política.
Me pregunto si México no corre el riesgo de caer en un círculo vicioso similar.
Perón fue un genio de la comunicación, a la que empleó
como medio para incitar a la
población a confrontarse, expresar sus resentimientos y
procurar enemigos del pueblo.
La existencia de una verdad
única que explica la historia y
la realidad cotidiana le permitió al caudillo sudamericano
polarizar a la sociedad y construir una base de apoyo profunda y duradera.
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