Santiago Carbó / El País
Cuando una solución llega tarde, puede convertirse en el siguiente
problema. Muchas fueron las voces que criticaron en su momento a la
Reserva Federal por la masiva expansión cuantitativa que ahora se bate
en retirada. Ahora resulta difícil negar su éxito porque ha repercutido
positivamente donde más se necesitaba, en la economía real de EE UU. Sin
embargo, una medicina tan fuerte ha dejado un perverso legado a los
mercados, al acentuar esa errónea sensación de que la liquidez es
infinita. Bancos comerciales y de inversión y todo tipo de fondos y
empresas de valores han podido acceder a financiación a corto plazo a un
coste bajo. Muchos de los clientes de estas empresas financieras, de
hecho, han comprado activos que, en su mayoría, pudieran retirar casi
sin previo aviso. La liquidez ha servido a las entidades para financiar
sus posiciones de largo plazo, si bien éstas se han orientado en gran
medida hacia deuda pública y renta variable con cierta reputación o
calificación. Pero el mercado de renta privada sigue medio muerto. No
parece que exista un puente privado entre el corto y el largo plazo en
los servicios de inversión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario