Carlos Ramírez - Indicador Político
El Tratado de Comercio Libre abrió el camino de la reactivación económica del país, pero siempre ha carecido de la parte más importante para su potencialización: un nuevo modelo de desarrollo industrial, agropecuario, de servicios y tecnológico.
La propuesta nacionalista del presidente López Obrador carece de sentido y de futuro porque se basa en la decisión del Estado de regresar la regulación solo al sector energético –luz y petróleo–, pero sin una planta productiva que pueda ir sustituyendo a las empresas extranjeras.
El problema del litigio abierto por Estados Unidos y Canadá con denuncias ante tribunales del Tratado no radica en la ventaja que tiene México de haber reformado las reglas eléctricas y haber recibido el aval de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sino carecer de una planta industrial que pueda ir sustituyendo a las empresas extranjeras.
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