Luis Rubio - El Siglo de Torreón
No hay problema más grande en el
país que el desempate entre las capacidades del gobierno (federal, estatal y municipal) y los requerimientos
que le impone -al propio gobierno- la urgencia de lograr el desarrollo. Gracias a la
diferencia entre las capacidades reales del
gobierno (cada vez menores) y la demanda por seguridad, servicios y respuestas,
el país ha sido incapaz de avanzar a un ritmo sensiblemente mayor. Tenemos un sistema de gobierno muy incompetente que
no sirve para hacer posible el crecimiento de la economía, que no atrae inversión
y que no resuelve los problemas que afectan a la población y desincentivan el desarrollo en general.
El problema no es exclusivamente mexicano, aunque aquí haya adquirido dimensiones excepcionales. El cambio tecnológico, las fuerzas desatadas por la liberalización económica, las brutales presiones y el
poder que acompañan al narco y, en general, al crimen organizado, son todos factores que han deteriorado la capacidad de gobierno en innumerables naciones.
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