Carlos Fernández-Vega / La Jornada
Ningún empresario
medianamente inteligente estaría dispuesto a sacrificar sus cuantiosas
utilidades ante eventuales cambios –así sean mínimos– en los privilegios
fiscales que el gran capital ha gozado durante largos años. Ninguno,
salvo Germán Larrea –aunque sólo sea en la retórica–, dueño de Grupo
México, el zar del cobre, quien de nueva cuenta amenaza con dejar de
invertir en el país si el Congreso aprueba el cobro de un nuevo derecho
(7.5 por ciento) a la extracción minera, previsto en el paquete
económico para 2014.
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