- EE UU puede permitirse hacer muchas cosas para mejorar la vida de sus ciudadanos e invertir en el futuro
Una tienda de comestibles en Washington, el pasado 14 de febrero.
Una tienda de comestibles en Washington, el pasado 14 de febrero. MOSTAFA BASSIM (ANADOLU/GETTY IMAGES)
Paul Krugman - El País
Las noticias económicas en 2023 fueron casi milagrosamente buenas. La economía estadounidense no solo desafió los pronósticos generalizados de recesión, sino también las afirmaciones de que únicamente un aumento significativo del desempleo podría poner freno a la inflación. Lo que experimentamos fue, más bien, una combinación de crecimiento fuerte, un desempleo cercano al nivel más bajo en 50 años y una caída de la inflación. Pero la semana pasada, la Oficina de Estadísticas Laborales informaba de que tanto el Índice de Precios de Consumo (IPC) como el Índice de Precios del Productor (IPP) registraron un aumento del 0,3% en enero, más de lo que esperaban los analistas. Y los sospechosos de rigor —los inflacionistas empedernidos, los enemigos políticos del Gobierno de Biden y los economistas que predijeron erróneamente que la desinflación requeriría un desempleo masivo— se abalanzaron sobre los datos como si se tratara de un balón perdido.
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