Luis Rubio - El Siglo de Torreón
La estrategia presidencial ha sido
muy clara: concentrar y consolidar su poder. Su expectativa es
que, al recrear el esquema de la presidencia fuerte de hace medio siglo, la
economía automáticamente responderá. La realidad ha probado ser muy distinta: la inversión privada se ha contraído y la economía se ha desacelerado,
con alta probabilidad de entrar en recesión. Para contrarrestar esta tendencia,
el gobierno ha promovido mensajes por
parte de empresarios cercanos, incitando la reactivación de la inversión. El objetivo es loable, pero inconsistente con
el entorno en que ocurre.
El ingrediente nodal para lograr el crecimiento de la economía es la inversión privada. Así lo entiende el gobierno y por eso su activismo promocional; lo que estas iniciativas no reconocen es que no hay inversión porque, al atemorizar al inversionista, impiden que ésta se materialice. El problema no radica en la lógica del empresario -obvia y absolutamente predecible- sino en el ímpetu gubernamental por hacerla imposible al aterrorizar a los potenciales inversionistas.
El ingrediente nodal para lograr el crecimiento de la economía es la inversión privada. Así lo entiende el gobierno y por eso su activismo promocional; lo que estas iniciativas no reconocen es que no hay inversión porque, al atemorizar al inversionista, impiden que ésta se materialice. El problema no radica en la lógica del empresario -obvia y absolutamente predecible- sino en el ímpetu gubernamental por hacerla imposible al aterrorizar a los potenciales inversionistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario