Ese ¿cómo se atreven?, de Greta Thunberg a los jefes de Estado presentes y ausentes en la ONU, fue rayo, trueno y rugido de una muy joven y profunda mujer. Con ella, la voz de las generaciones que reclaman su derecho a la vida. El de todas las especies, en estos solemnes momentos de una humanidad también en vía de extinción masiva y acelerada. No es tarde para apretar los frenos de esta poderosa maquinaria en ruta al abismo. Ese reclamo ante la pasividad o sujeción gubernamental a los combustibles fósiles fue y es rayo y trueno por la vida planetaria ante la catástrofe climática del omnicidio capitalista. El acontecimiento dio la vuelta al mundo y su significado es profundo. Este es tiempo de alto riesgo existencial, como advierte en su Última batalla Guillermo Almeyra, compañero siempre contra la guerra nuclear y el desastre climático.
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