Luis Rubio - El Siglo de Torreón
En 2018 se manifestaron dos Méxicos contrastantes, pero igualmente válidos y representativos: el de
una población enojada y resentida que
quiere cambiar su realidad, aunque no
tenga un rumbo claro, y el de otra que
quiere tener acceso a una educación moderna, una exitosa inserción global y
una capacidad real para elevar la productividad en un contexto de Estado de
derecho y reglas del juego claras. La primera cohorte votó masivamente por
AMLO y espera resultados prontos. La
segunda vio mejorías a lo largo de las últimas décadas pero no está satisfecha.
Votaron diferente, pero enfrentan -enfrentamos- los mismos desafíos.
Los resultados electorales a nivel regional del día de la elección de 2018 son
por demás reveladores: la abstención fue
relativamente elevada en las regiones en
que las cosas han mejorado sustantivamente, en tanto que ésta fue muy baja en
las zonas en que no ha habido crecimiento. Es decir, la gente no está satisfecha
con el ritmo de avance, pero toda quiere
progresar, toda quiere mejorar.
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