- La Casa Blanca ha cedido ante quienes sostienen que sólo la fuerza doblegará al castrismo
Salvo una reedición de Bahía de Cochinos, Estados Unidos lo ha intentado todo para acabar con la revolución cubana. La Casa Blanca apuesta esta vez por recalentar la olla a presión: por intensificar la fuerza ejercida por anteriores administraciones para que la efervescencia social derivada de las nuevas privaciones alcance el punto de ebullición y desborde las patrióticas apelaciones a la resistencia.
El endurecimiento del embargo es cíclico, determinado en buena medida por la importancia electoral del Estado de Florida, y coherente con la doctrina establecida en 1960 por Dwight D. Eisenhower: EE UU debe utilizar cualquier medio concebible para debilitar la economía de la isla, causar hambre, desesperación y una insurrección popular imparable. Difícilmente la conseguirá. No está siendo posible en una Venezuela agonizante, y menos se obtendrá en un país sin oposición articulada y en alerta policial desde hace sesenta años.
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