Japón experimentó muchos años con la austeridad monetaria, y no funcionó. El mensaje es muy claro
Ángel Ubide / El País
El turista o viajero de negocios, cuando llega al aeropuerto
de Narita, en Tokio, se encuentra con una muy bien engrasada maquinaria de
precisión. Abundantes controles de pasaporte con funcionarios educados y
tecnología digital eficiente para evitar filas y agilizar el proceso de
control, señales en japonés e inglés que indican sin confusión el camino de
salida, y taxistas ordenados en fila, limpios y organizados, dispuestos a
llevar al pasajero a donde haga falta, todos dotados de apertura de puerta automática,
lector de tarjetas de crédito, navegador y hasta paños con puntillas para
cubrir los reposacabezas de los asientos. Si la primera impresión es la que
cuenta, es una impresión de eficiencia.
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