- Las trabas financieras y burocráticas frenan el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas e impiden al país norteamericano dar el salto definitivo en productividad y salarios
Alejandro Marín abrió en el año 2000 su primer negocio de alimentación gourmet en la Ciudad de México. Casi dos décadas después, con cinco tiendas y un restaurante en la capital mexicana, un par de establecimientos en el Estado de México y 50 empleados a su cargo, ha decidido ralentizar su ritmo de crecimiento. La regulación –“asfixiante”–, la monopolización de los mercados en los que opera, la competencia desleal del comercio informal y el exceso de regulación en el plano laboral y sanitario, que ha crecido en paralelo al tamaño de la empresa, son motivo suficiente para echar el freno.
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