El experimento mexicano sirve para reflexionar sobre los límites y alcances de la actuación política
En política moderna, la capacidad de ponerse de acuerdo es, en sí misma,
una novedad. Cuando Enrique Peña Nieto estampó su firma y entraron en
vigor las leyes complementarias de la reforma energética, México puso
fin a dos situaciones: la primera, a 30 años de la plañidera y lastimosa
canción de los partidos respecto a que había que hacer reformas que
nadie tenía el valor de consensuar y hacer. La segunda, a no saber quién
pagará las consecuencias políticas y sociales de haber logrado ponerse
de acuerdo en estos tiempos tan turbulentos y cambiar la estructura
temporal y las reglas del juego del país.
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