A 10 meses de haber asumido en Argentina, el presidente ultraderechista reduce en un 30% el presupuesto nacional como parte de su batalla contra el déficit. Los recortes alcanzan a toda la administración, con especial dureza en educación, infraestructura y desarrollo social, mientras se prioriza a los ministerios de Defensa y de Seguridad
Federico Rivas Molina - Mar Centenera - Javier Lorca - Buenos Aires - El País
El ultraderechista Javier Milei llegó al poder en Argentina al grito de “no hay plata”. Armado con una motosierra, había prometido en campaña reducir al mínimo el Estado para terminar con el déficit fiscal y controlar la inflación. Durante sus primeros diez meses de Gobierno, cumplió con la promesa de recortes: el gasto se redujo un 30% interanual en términos reales ajustados por inflación, según cálculos del Centro de Economía Política Argentina (Cepa) y la Asociación de Presupuesto y Administración Financiera Pública (Asap).
Milei pasó la podadora sin compasión, siempre con la excusa de una “guerra contra la casta” a la que acusa de convertir a una supuesta “Argentina potencia” de hace 100 años en “la fábrica de pobres” que, a su juicio, es hoy el país que gobierna. En la casta entran sin matices políticos, sindicalistas, periodistas, actores, intelectuales, empresarios y banqueros, a los que tilda de “ratas miserables”, “culo sucio”, “liliputienses”, “ensobrados”, “degenerados fiscales” o “zurderío inmundo”.

No hay comentarios:
Publicar un comentario