CIUDAD DE MÉXICO (Apro).- Con la remembranza saturada del 68, ahora con
tintes oficialistas y de mito político, hay señales inequívocas del poder
fáctico y dominio de los militares que vuelven con formas renovadas al ruedo
del sistema. La revocación en juicio de amparo de la suspensión de la Ley de Seguridad
Interior (LSI, 25 de septiembre); la descalificación y negativa de la
Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena, El Universal, 1 de octubre) de
acatar la investigación de una comisión, ordenada judicialmente, sobre
Ayotzinapa; la inauguración por la Sedena de un Centro para las operaciones de
mantenimiento de paz y de su Instituto Mexicano de Estudios Estratégicos para
la Defensa y Seguridad Nacionales (1 y 4 de octubre, respectivamente),
anticipan el predominio militar para las definiciones, por encima de
consideraciones civilistas, como parte del contexto transicional.
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