Rolando Cordera - El Financiero
Luego de “parlar”, vender y bailar con los jeques, el empresario metido a presidente se adentró en los vericuetos de la política de poder en el Medio Oriente, del que no supo nunca bien a bien si entró o salió; y después de envalentonar a los halcones del Estado de Israel, se presentó ante la OTAN y el Grupo de los Siete. No es seguro que, como el trovador cubano Carlos Puebla cantaba, “haya mandado a parar” a nadie pero, lo que sí logró es ahondar el desconcierto entre sus más fieles y hasta solícitos aliados y con ellos al resto del mundo.
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