José Luis de la Cruz Gallegos - El Universal
El gobierno apostó todo a las reformas estructurales, a la inercia que durante la década previa había asociado los malos resultados económicos con la falta de cambios en materia energética, fiscal, laboral y financiera.
El dogmatismo que prevaleció hasta 2012 se negó reconocer que la ausencia de una política industrial y la ineficacia del gasto de gobierno habían vulnerado los fundamentales productivos de México, por lo que cualquier cambio instrumentado chocaría con la barrera de una economía maquiladora, de microeempresas informales y en donde el gasto de gobierno no genera valor agregado.
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