¿Hubiera Lubitz estrellado el avión si en vez de la azafata hubiera sido él el que recibiera a los pasajeros?
La irrupción de los vuelos de bajo coste en el mercado de la aviación
civil ha democratizado el tránsito aéreo. Eso es una buena noticia. Pero
con ello, los vuelos han aumentado exponencialmente, y se supone que
los protocolos de seguridad y la exigencia de profesionalidad por parte
de las tripulaciones de las naves lo han hecho a la par de ese ingente e
igualitario incremento. Los instrumentos de navegación, en base a los
vertiginosos adelantos de la ciencia informática, permiten amplios
radios de autonomía de vuelo a los inmensos pájaros mecánicos sobre los
que depositamos nuestra confianza para que nos trasladen sanos y salvos a
nuestros respectivos destinos. Y sin embargo, queda a veces un agujero
negro que no controlamos. El factor humano sobre el que, a la larga, se
asienta todo ese progreso descrito.
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