Alejandro Nadal / La Jornada
Las crisis del
capitalismo son como el cambio de piel de una serpiente. Cuando el
animal ha crecido, la vieja piel que estorba debe ser abandonada. En los
ofidios, la capa córnea de la epidermis es abandonada como un manto
viejo que conserva la forma de su último ocupante. Pero la operación es
regulada por cambios hormonales endógenos. La vieja camisa queda atrás
como vestigio de una etapa de crecimiento mientras, emerge un animal
revestido de una nueva y más eficaz envoltura.
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