La
reforma migratoria choca con la necesidad de visas en muchos países
Yoani Sánchez / El País
Una
madre con tres hijas esperaba al amanecer recostada sobre la amplia verja de
una casona del Vedado, sede del Departamento de Inmigración y Extranjería
(DIE). La familia había guardado la fila desde la madrugada y las niñas estaban
soñolientas cuando la oficina abrió a las 7.30. Para ellas, como para muchos
cubanos, este lunes comenzó más temprano, marcado por la
ansiedad ante la nueva reforma migratoria. Desde el domingo decenas de personas aguardaban a las afueras de las
dependencias municipales del DIE ubicadas a lo largo de la isla. Lo cuchicheos
y preguntas amenizaron la espera y también el café vendido por los avispados cuentapropistas de los alrededores.
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