martes, 13 de noviembre de 2012

SINDROME DE ESTOCOLMO



"La crisis ha destruido la economía de los ciudadanos, pero también su fortaleza psicológica y gran parte de la escasa confianza que les quedaba en su futuro"
Andrés García Reche / El País  
Vivimos tiempos de confusión. Mire uno hacia donde mire, casi todo parece ausente de sentido común, contradictorio, esperpéntico, irreal. La crisis ha destruido la economía de los ciudadanos, pero también su fortaleza psicológica y gran parte de la escasa confianza que les quedaba en su futuro. Por eso, al tiempo que se rebelan interiormente contra los recortes que les llevan a la ruina, creen, en cierto modo, a sus dirigentes políticos cuando les escuchan decir que no hay más salida que el sufrimiento y la humilde solicitud de perdón por los pecados cometidos. Un gigantesco síndrome de Estocolmo se ha apoderado de las bloqueadas mentes de una buena parte de ciudadanos europeos, y de una mayoría de españoles, que esperan perplejos, pero resignados, la llegada de un rescate improbable de sus propios secuestradores, a quienes, con el paso del tiempo, han aprendido a querer. En el fondo de su corazón confían, como confiaba M. Panella, en que, a la postre, la mejor forma de vencer al enemigo es acostándose con él.

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