Jorge Chabat /El Universal
No es sólo de ahora. Durante los dos últimos siglos el país ha funcionado de la misma forma: siempre se responde a los problemas cuando éstos hacen crisis. Por lo mismo, siempre es más costoso resolverlos y, en muchas ocasiones, simplemente no se pueden resolver. Los ejemplos abundan. ¿Por qué no se reformó el modelo de desarrollo económico a principios de los años setentas, cuando ya daba muestras de agotamiento? ¿Por qué se tuvo que esperar a que ocurriera la crisis financiera de 1982 para iniciar una serie de reformas económicas las cuales debido a su tardanza se hicieron a la carrera y fueron mucho más costosas de lo que hubieran sido en su momento? ¿Por qué no se combatió a los cárteles de la droga a mediados de los noventas cuando crecieron de una manera espectacular y se tuvo que esperar a que éstos controlaran parte del territorio para combatirlos, con el costo que está a la vista? ¿Por qué durante décadas no se hizo nada para detener los abusos, secuestros, muertes de los migrantes centroamericanos y de otras nacionalidades, que tienen la desgracia de cruzar por nuestro territorio en su búsqueda por llegar a Estados Unidos? ¿Por qué se tuvo que esperar a que se diera la masacre de San Fernando para que las autoridades se preocuparan por la terrible situación de dichos migrantes, de la cual son en buena medida responsables las propias autoridades? ¿Por qué si el gobierno tuvo un siglo para planear los festejos del bicentenario, o por lo menos cuatro años, se acabó haciendo todo a la carrera, con varios coordinadores de dichos eventos que han sido reemplazados en el camino? ¿Por qué cada dos o tres años se inunda medio país en los lugares que ya todos sabemos, en los puntos del Distrito Federal que ya sabemos, con el costo acostumbrado de miles de damnificados? ¿Por qué se siguen construyendo viviendas, si no es que ciudades, en los lechos de los ríos, donde inevitablemente va a haber tragedias de manera recurrente? ¿Por qué de manera recurrente se escapan decenas de presos de las prisiones, devolviendo a la sociedad a los criminales en cuya captura se invirtieron tiempo y recursos pagados con nuestros impuestos? ¿Por qué seguimos teniendo un Congreso trasroscado el cual discute y cobra como si de veras trabajara y al final no se hace ninguna reforma estructural que vuelva competitivo al país? ¿Por qué México siempre va una jugada atrás de la realidad y por lo mismo seguimos condenados a ser un país subdesarrollado? ¿Por qué México es un país de niños ahogados en el que los pozos se tapan o, peor aún, sólo se medio tapan, después de que ocurren tragedias?
Una respuesta simple a estas preguntas buscaría ubicar la causa del problema en la sique del mexicano y en la cultura heredada de la conquista española. Sin embargo, el asunto es más sencillo: no hay ningún incentivo para que nadie, ni gobierno ni sociedad, sean responsables. Así de simple. Si un gobernante no prevé los problemas y éstos estallan, siempre se puede culpar a las fuerzas de la naturaleza, o a las debilidades de los servidores públicos, sin que se instrumente ningún mecanismo preventivo de éstas. En otras palabras, siempre son causas de fuerza mayor las que hacen que los problemas nos avasallen: este año llovió mucho, hubo muchos migrantes, se nos vino el tiempo encima o hay mucha pobreza en el país. Pero no se hace nada para evitar que pase lo que ya se sabe que va a pasar. Y eso ocurre porque no hay visión de largo plazo. Los gobernantes están breves periodos en el poder y no se hacen responsables de nada. Simplemente porque el brazo de la ley es tan corto que no los alcanza, incluso en ocasiones en que todavía son funcionarios públicos, y mucho menos cuando ya dejaron de serlo. Lo peor de todo es que, por lo mismo, aun cuando los problemas se atienden sólo cuando hay crisis, cuando la crisis pasa se dejan de atender. ¿Cuánto tiempo durará la preocupación por los migrantes abusados en territorio mexicano o la atención a los damnificados por las inundaciones? El tiempo que estos problemas estén en los medios de comunicación y en la opinión pública. Después de ello, todo seguirá igual, hasta la próxima crisis. Mientras tanto volveremos a ser el país en el que no pasa nada. Y cuántas cosas pasan por eso mismo.
Analista político e investigador del CIDE
No es sólo de ahora. Durante los dos últimos siglos el país ha funcionado de la misma forma: siempre se responde a los problemas cuando éstos hacen crisis. Por lo mismo, siempre es más costoso resolverlos y, en muchas ocasiones, simplemente no se pueden resolver. Los ejemplos abundan. ¿Por qué no se reformó el modelo de desarrollo económico a principios de los años setentas, cuando ya daba muestras de agotamiento? ¿Por qué se tuvo que esperar a que ocurriera la crisis financiera de 1982 para iniciar una serie de reformas económicas las cuales debido a su tardanza se hicieron a la carrera y fueron mucho más costosas de lo que hubieran sido en su momento? ¿Por qué no se combatió a los cárteles de la droga a mediados de los noventas cuando crecieron de una manera espectacular y se tuvo que esperar a que éstos controlaran parte del territorio para combatirlos, con el costo que está a la vista? ¿Por qué durante décadas no se hizo nada para detener los abusos, secuestros, muertes de los migrantes centroamericanos y de otras nacionalidades, que tienen la desgracia de cruzar por nuestro territorio en su búsqueda por llegar a Estados Unidos? ¿Por qué se tuvo que esperar a que se diera la masacre de San Fernando para que las autoridades se preocuparan por la terrible situación de dichos migrantes, de la cual son en buena medida responsables las propias autoridades? ¿Por qué si el gobierno tuvo un siglo para planear los festejos del bicentenario, o por lo menos cuatro años, se acabó haciendo todo a la carrera, con varios coordinadores de dichos eventos que han sido reemplazados en el camino? ¿Por qué cada dos o tres años se inunda medio país en los lugares que ya todos sabemos, en los puntos del Distrito Federal que ya sabemos, con el costo acostumbrado de miles de damnificados? ¿Por qué se siguen construyendo viviendas, si no es que ciudades, en los lechos de los ríos, donde inevitablemente va a haber tragedias de manera recurrente? ¿Por qué de manera recurrente se escapan decenas de presos de las prisiones, devolviendo a la sociedad a los criminales en cuya captura se invirtieron tiempo y recursos pagados con nuestros impuestos? ¿Por qué seguimos teniendo un Congreso trasroscado el cual discute y cobra como si de veras trabajara y al final no se hace ninguna reforma estructural que vuelva competitivo al país? ¿Por qué México siempre va una jugada atrás de la realidad y por lo mismo seguimos condenados a ser un país subdesarrollado? ¿Por qué México es un país de niños ahogados en el que los pozos se tapan o, peor aún, sólo se medio tapan, después de que ocurren tragedias?
Una respuesta simple a estas preguntas buscaría ubicar la causa del problema en la sique del mexicano y en la cultura heredada de la conquista española. Sin embargo, el asunto es más sencillo: no hay ningún incentivo para que nadie, ni gobierno ni sociedad, sean responsables. Así de simple. Si un gobernante no prevé los problemas y éstos estallan, siempre se puede culpar a las fuerzas de la naturaleza, o a las debilidades de los servidores públicos, sin que se instrumente ningún mecanismo preventivo de éstas. En otras palabras, siempre son causas de fuerza mayor las que hacen que los problemas nos avasallen: este año llovió mucho, hubo muchos migrantes, se nos vino el tiempo encima o hay mucha pobreza en el país. Pero no se hace nada para evitar que pase lo que ya se sabe que va a pasar. Y eso ocurre porque no hay visión de largo plazo. Los gobernantes están breves periodos en el poder y no se hacen responsables de nada. Simplemente porque el brazo de la ley es tan corto que no los alcanza, incluso en ocasiones en que todavía son funcionarios públicos, y mucho menos cuando ya dejaron de serlo. Lo peor de todo es que, por lo mismo, aun cuando los problemas se atienden sólo cuando hay crisis, cuando la crisis pasa se dejan de atender. ¿Cuánto tiempo durará la preocupación por los migrantes abusados en territorio mexicano o la atención a los damnificados por las inundaciones? El tiempo que estos problemas estén en los medios de comunicación y en la opinión pública. Después de ello, todo seguirá igual, hasta la próxima crisis. Mientras tanto volveremos a ser el país en el que no pasa nada. Y cuántas cosas pasan por eso mismo.
Analista político e investigador del CIDE
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