lunes, 13 de septiembre de 2010

LAS CUENTAS DEL BICENTENARIO

Antonio Navalón / El Universal
Faltan dos días para que celebremos el Bicentenario de la Independencia y me he prometido que ni los fracasos gubernamentales, la crisis económica ni la violencia desatada me amargarán la experiencia de festejar los 200 años de México.
Sin embargo, este momento me recuerda aquel de 1821, 11 años después del grito de Miguel Hidalgo, cuando el Ejército Trigarante entrara victorioso a la capital sin imaginar siquiera que uno de sus líderes, Agustín de Iturbide, sería ejecutado tras nombrarse emperador, ir al exilio y regresar a su fusilamiento, por su falta de sentido de la realidad y por no entender los cambios que quería el pueblo.
Hoy toca hablar de las cuentas del Bicentenario. No sé si el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, tiene idea de la importancia del presupuesto del Bicentenario. Da la impresión de que ni él, ni su amigo, protector y correligionario Felipe Calderón son conscientes del momento que vivimos. Como el José Yves Limantour del porfiriato, Cordero construye una economía que derrumba al país y, al igual que el secretario de Hacienda porfirista, pareciera estar ausente del Bicentenario hasta que la realidad lo regrese de sus sueños presidenciales a pisar la tierra, cuando, quizá, ya sea muy tarde y el régimen panista ya haya iniciado su caída.
¿Por qué? Porque el proyecto de Presupuesto de Egresos 2011 —que a ellos les gusta llamar “conservador”, pero yo le llamo cobarde— es el de un país en retirada, no en ofensiva. La guerra social real que tenemos y la farsa militar contra el narcotráfico no se ganarán sin el componente humano e impulsando programas sociales que integren a la gente. Que nuestro gobierno dispare, en vez de balas, pan y tortilla, trabajo y esperanza.
Aunque el gasto para Educación y Desarrollo Social, unos 300 mil millones de pesos, triplica el de Defensa Nacional y la Seguridad Pública, que son 85 mil 771 millones, el presupuesto para 2011 no prevé lo primordial: que a corto y medio plazos es más importante alejar a los jóvenes del hambre, la ignorancia y de los paraísos artificiales ofrecidos por el narco.
Somoza no perdió la guerra el día en que un joven nicaragüense mató en un retén a un periodista y fue grabado por la televisión de EU, la perdió cuando dedicó más dinero a las balas que a los libros y la comida.
El principio básico contra la inseguridad es que el gobierno construya un futuro para todos, pero ese principio no aparece en este presupuesto mediocre, presentado por un gobierno mediocre a un Congreso confuso, prueba de que son hombres y políticos que no creen en lo que hacen, justo en el momento en que la patria demanda grandeza.
No obstante, nadie debe amargarnos el Bicentenario ni quitarnos la fe a la hora de gritar hoy, como hace 200 años, ¡Viva México!

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