domingo, 9 de noviembre de 2025

La vida después de Carlos Manzo

  • El asesinato del popular político michoacano galvaniza el hartazgo contra la violencia en México y obliga al Gobierno de Sheinbaum a recular y guardar el discurso victorioso contra la delincuencia

Carlos Manzo con un arma de juguete, en una imagen compartida en sus redes sociales en 2023.

Pablo Ferri - El País

México Un arma de gran calibre, un rifle de francotirador, con su bípode y una mira telescópica, la ristra de proyectiles colgando de ese animal de muerte... Carlos Manzo lo toma como si fuera la pata de un caballo herido, contrariado, las manos en el corvejón y la cuartilla: una imagen extraña. El texto que acompaña aclara que el armatoste es, en realidad, un fusil de juguete. Un niño lo ha entregado a cambio de un carrito. “Todos los días vamos a estar haciendo el canje de estos juguetes por otros, que son más bonitos para convivir en armonía”, sigue el texto. Impresiona la escena, Manzo con su característico sombrero, imagen de su naciente movimiento político, su guayabera blanca y el morral de algodón, el reverso amable de una de sus cruzadas, la lucha contra la delincuencia.

Publicada en su cuenta de Facebook, la foto en cuestión se tomó en Uruapan, en el Estado de Michoacán, en enero de 2023. Manzo era entonces diputado federal, posición que había alcanzado un par de años antes, de la mano de Morena. El político acababa de inaugurar en el municipio la “Guardia Comunitaria del Sombrero”, su casa de enlace con los habitantes del distrito, alrededor de 350.000. Ahí montó consultorios, una farmacia y luego la convirtió en pista de despegue para su campaña a la presidencia municipal, elección que ganaría un año y medio más tarde. Pero en enero de 2023, Manzo posaba allí con varias armas de juguete, algunas parecidas a una pistola nueve milímetros real, el arma que usó su asesino, hace ahora una semana, cuando lo atacó a balazos en el centro del municipio.

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